Colgado en el abismo de mi breve tiempo,
rasguño una estrella con miles de colores.
Solo el estúpido recuerdo de varios errores,
enturbian las aguas de los ríos en mis ojos.
Como serpiente pendiendo de un árbol.
sorprendes mi tarde con grises otoñales.
Claudican en el viento los deseos perdidos,
rompiendo en llanto, cual náufrago olvidado.
Quise escalar un cielo escabroso y distante,
destrozadas mis manos y el alma sangrante.
Guardó las mieles, un mecenas, de mi cuerpo,
recogidas de esas ruinas estériles por tu adiós.
Flagelados los recuerdos de una memoria hostil,
mariposas ciegas y rojas escapan desde mi boca.
Una suave y fresca brisa no detiene la sentencia,
los jueces han fallado y el veredicto es unánime.
Pronto he de partir en una barca hacia el mar,
se han de henchir las velas con mi último suspiro.
Tu perfidia será solo una pobre simple nostalgia,
sin importancia en la caída del segundo final.
Pájaro de gigantes alas, brillantes y doradas,
huye de mí, por mí, ya no he de retenerte más.
El umbral de las puertas con barreras profesa,
tu tiempo expiró, ven aquí, en silencio y calma.
Noviembre 2011
