Cuento: "Una historia que no es historia"

Para aquellos que vayan a leer este cuento, y digo cuento porque no es real o por lo menos que yo sepa, me siento en la obligación de informarles que es absolutamente arbitrario, que no comparto en ningún momento lo que puede pensar el lector y está sujeto solo a mi voluntad. Hecha la aclaración pertinente y solo como un acto de generosidad de mí parte, daré una simple explicación que se basa en dos premisas fundamentales y son: 1) Que me resulta imposible hacerlo y 2) Que no se me antoja para nada. Bueno, volviendo a la historia, que en realidad no es una historia debido a que no sucedió y que apenas empiezo a dibujar en mi mente, les cuento que estaba, como era su costumbre, sentado frente a su puerta, ligeramente hacia la derecha, pero de todos modos interrumpiendo el paso, en el supuesto que alguien quisiera entrar, cosa que era poco probable debido a que vivía solo, Don Juan Atento Chismorro (hombre generoso y bondadoso consigo mismo), jubilado sin otra ocupación que observar todo lo posible la vida de los demás, aunque solo fuese por fuera, en esos breves momentos en que los veía pasar e ingresar a sus viviendas. Claro que la cosa se ponía más interesante cuando se encontraba con su vecina, Doña Rosa Catalina (de la cual no daré su apellido por la razón de desconocerlo y no tener la necesidad de inventarle uno). La "conversación" era más interesante por la suma de "comentarios" que se aportaban mutuamente, ya que Doña Rosa tenía la misma "pasión" y casi el mismo tiempo para dedicarle, que Don Juan, al pasatiempo que ejercían como "hobby" dilecto. Ese día y por mera casualidad paso frente al dúo un joven, vecino de la cuadra, que en alguna ocasión cometió la torpeza de detenerse a conversar con ellos, de nombre Víctor Buenaventura (no me veo en la obligación de explicar por qué tenía ese nombre y apellido, pero me resultan apropiados para presentarlo y como todo el resto, responde a mi capricho, del cual no he de disculparme). Esa tarde Víctor vuelve a equivocarse y se detiene a compartir una palabras con el interesado dúo, luego de las formalidades, como hablar del tiempo (sin que tenga ninguna importancia cual fuese) y digo tiempo refiriéndome a su estado climático y no a una cuestión temporal abstracta, ya que estas cuestiones estaban alejadas del interés y la comprensión del mentado dúo. Habiendo cumplido con los rigores del inicio de una conversación, este joven, repentinamente, y sin ninguna razón lógica, decide contarles una experiencia reciente que lo tenía algo perturbado. Como es lógico, ante una posible declaración espontánea del joven, el dúo había percibido la perturbación del joven y esto les hacía imaginar distintas posibilidades, una más oscura que la otra, debido a su propia naturaleza y motivación existencial, se prestó con gran interés a escuchar. Debo hacer una pausa en este momento (aunque en realidad Uds. no la notarán, cosa que resulta absolutamente normal, ya que no quedan plasmados estos momentos de recuperación en mi relato en fragmentos en blanco, que serían  muchos e incomprensibles para el lector), por ser interrumpido con frecuencia, más de la deseada, por diversos factores, unos voluntarios que nacen de mi propio pensamiento y otros no tan voluntarios que surgen de las preguntas a las que soy sometido por mi pareja, mientras ve que estoy tratando de escribir algo, pero como, evidentemente, no le resulta importante mi actividad de "escritor", ya que no ha de aportarme ningún beneficio, más allá del personal, no considera inoportunas sus interrupciones y yo no estoy persuadido de que esté equivocada, cosa que he de dirimir conmigo en primera instancia y luego con ella, pero dependiendo de la resultante de lo primero. Volviendo al cuento, que había dejado, intencionalmente, les relato lo que el joven comentó a sus vecinos, el ya creo conocido dúo, con algo de pudor y como sometiéndose al juicio de estos: "Estaba en la parada del colectivo, esperándolo y una mariposa se detuvo en el piso, evidentemente en sus últimos momentos de vida debido a lo lento de su aleteo y pensé (debo aclaran que el joven Víctor, poco o nada sabía de la vida de las mariposas), que hermoso ser que regala su belleza a mis ojos, debería yo hacer algo por ella???, pero que puedo hacer si su fin es inevitable???, entonces y a pesar de lo duro que me resultó, hice lo único que podía para terminar con su sufrimiento y la aplaste con mi zapato". Para no aumentar el tormento de este joven, aunque sea solo un cuento, han de ser cuidadosos los lectores del mismo en no divulgar lo que a continuación he de informarles: la mariposa no estaba agonizando, ni mucho menos, simplemente se había apareado y con su carga de huevos buscaba plantas donde depositarlos, tarea la cual la había agotado al punto de tener que detenerse a descansar y su aleteo lento era para recuperarse lo más pronto posible, por lo tanto mi pedido de no divulgación, ya que este joven inocente asesino de una mariposa madre de muchos herederos, evitó con su piedad que otros ojos, eventualmente, gozaran con la belleza que el había gozado, sin sospecharlo siquiera. Finalizado el relato, Víctor consultó a la pareja de oyentes, si su acción había sido la más correcta y luego de unos segundos, Don Juan, algo contrariado le dice: "Muchacho, has demostrado que eres alguien sensible y creo yo que actuaste con acierto". Víctor algo más relajado y con una leve sonrisa se despide y marcha hacia su casa, Don Juan mira a Doña Rosa esperando un comentario, que no se hace esperar demasiado, "Pero este muchacho es más estúpido de lo que aparenta", comenta indignada Doña Rosa, a lo que Don Juan acota: "Pensar que vivo matando a las molestas mariposas, que para lo único que sirven es para poner huevos en las plantas de mi huerta, para que después las asquerosas orugas se las coman, realmente es más estúpido de lo que aparenta y nosotros perdiendo el tiempo escuchando estas pavadas".
Espero que los únicos que hayan perdido el tiempo, sean Don Juan y Doña Rosa, no los que gentilmente o no, hayan leído este cuento, que si se detienen a pensar y fuera de toda soberbia propia, encierra unos cuantos mensajes, que los lectores podrán dilucidar como les plazca...



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