"El joven Fausto" Capítulo VI


                                                                                                                       
Casi un milagro



La segunda noche pasó lentamente, pero con el alba Fausto distingue una figura en el horizonte, que poco a poco se convertía en un navío. Tomaron los maderos y comenzaron a remar con fuerza en su dirección, la forma del barco tomaba cada vez más definición, por suerte se dirigía hacia ellos, hasta que por fin la distancia se hizo lo bastante corta como para intentar ser oídos por sus gritos o vistos al mover sus brazos. El momento más gratificante fue cuando escucharon un disparo de mosquete que provenía del barco, era la señal que los habían divisado. Los dos jóvenes se abrazan, ríen y gritan de alegría, el esperado “milagro” se había producido, aunque aún le faltaba conocer otra sorpresa a Fausto. Cuando estaban por subir al barco, desde la cubierta escucha una voz familiar que le grita: “vaya, vaya, a quien vengo a encontrar en medio del mar, ja, ja, ja, muchacho realmente tienes mucha suerte ja, ja ,ja.” El anciano Mefisto estaba sobre la cubierta con los brazos abiertos y Fausto lo observa impávido.

─ ¿Pero qué hace usted aquí? ─exclama Fausto.
─ Viajo muchacho, simplemente eso ─responde Mefisto minimizando la situación.
─ Con su perdón señor y no es que me desagrade, al contrario, es que me resulta asombroso encontrarlo aquí y justo en un momento tan particular para mí.
─ Ja, ja, ja, ¿momento particular?, tú vives en constantes momentos particulares.
─ Puede que así sea, pero convengamos que este es un poco más particular, en una balsa, en medio del mar y sin saber si sobreviviría, encontrarlo en mi salvación no deja de sorprenderme.
─ Bueno, entonces si te digo que fui yo quien le sugirió al capitán un pequeño desvió y que casualmente este hiciera posible que los encontráramos ¿qué piensas ahora?
─ Realmente ya no sé que pensar, lo que sé es que en ese caso estoy más en deuda con usted.
─ Tú no me debes nada aún muchacho, aunque eso no quita que lo hagas más adelante ─volvió a reír.
─ Curiosamente soñé con usted la primer noche en la balsa y en mis sueños me decía que me quede tranquilo, que estaría bien y pronto me vería.
─ Eso puede que sea porque no tienes muchas personas en quién pensar cuando estas solo y probablemente, para ti yo sea como una especie de padre o tutor, alguien de quién puedes esperar ayuda.
─ Si es posible. ¿Puedo saber hacia dónde viaja y por qué dejó su herrería?
─ Como no, hacía rato que quería volver a viajar, es algo que he hecho durante toda mi larga vida y creo que tu ausencia me decidió. También extrañaba mi Europa y por eso aquí estoy, volviendo a casa.
─ ¿Cómo que mi ausencia lo decidió?
─ Y si muchacho, tú eras el único motivo que me mantenía en esa pequeña isla, el hecho de que vinieras y escucharas mis historias me reconfortaba mucho, pero al irte con el Olonés comencé a extrañarte y más aún cuando decidiste partir en este largo viaje.
─ ¿Pero como supo que había comenzado este viaje?, yo no le dije nada y de La Tortuga me fui a Jamaica, ¿cómo pudo saber usted lo que había hecho? ─la curiosidad de Fausto crecía a cada instante.
─ Ya te he dicho mi muchacho que sé muchas cosas, tengo mis medios y que algún día te confesaré, pero ese día no ha llegado aún ─responde Mefisto enigmático e indescifrable.
─ Le confieso que genera una expectativa en mí por la llegada de ese día.
─ Muchacho, no te impacientes, todo llega y ese día llegará. Ahora debes preocuparte por recuperar tus energías y descansar junto con tu amigo.
─ Perdón, con la sorpresa olvidé presentarlo, es el capitán del barco en que viajábamos, William Kidd, señor.
─ Un capitán joven, estimado William ─Mefisto le extiende la mano.
─ A sus órdenes señor, supongo que es la persona de la que Fausto me había hablado ─comenta William al estrecharle la mano .
─ Pues no sé que te ha dicho, pero es muy probable que así sea, pero basta de charla y hagan lo que deben, tendremos tiempo para hablar luego.

Fausto y William son invitados a comer algo en el camarote del capitán, mientras le preparan dos hamacas para dormir en la cubierta, como todo el resto de la tripulación , con excepción del capitán y Mefisto, que compartían el camarote. Dormir de día en la cubierta no es habitual, pero dadas las circunstancias lo intentaron. Lograron dormir hasta el mediodía, cuando el bullicio de la tripulación los despertó, debido a la única comida caliente del día, como en casi todos los barcos, donde el cocinero guisaba en unos enormes calderos de hierro, colocados sobre una lumbre al descubierto. La comida era abundante pero monótona, se utilizaba aceite, ajos, alubias, habas, garbanzos con cecina, tocino, bacalao o sardina en salazón, carne salada, bizcocho o galleta de harina de trigo. También había vino, pero se racionaba por hombre y por día por ser caro, cada marinero tenía su escudilla de barro o plato de madera, una cuchara de madera y un puñal completaban la vajilla. Luego de haber comido, cada marinero volvió a su rutina y los jóvenes rescatados estiraron las piernas caminando por la cubierta. Mientras caminaban, Fausto vio a Mefisto que observaba el mar y se acercó con la intención de continuar su conversación.

─ Buenas tardes señor, ¿busca algo en el horizonte?
─ Muchacho!!!, ya se te ve mejor, no, no busco nada más, solo observo, me gusta el mar.
─ Honestamente no he podido dejar de pensar en sus dichos, me resultan tan extraños y por otro lado, sospecho que usted no bromea cuando los dice, para colmo pareciera que, indefectiblemente, se cumplen y eso me confunde más aún.
─ Ya te lo he dicho, llegará el momento oportuno de explicarte todo, no lo dudes ─Mefisto fue determinante, impidiendo que se continué con el tema.
─ Perfecto, ¿hacia dónde se dirige exactamente? ─habiendo comprendido, Fausto lleva la conversación a un terreno más trivial.
─ Tengo que visitar a un par de jóvenes amigos en Erfurt, Alemania. Son hermanos gemelos y uno de ellos tiene un deseo bastante particular, son descendientes de una gran familia de músicos y sus descendientes también lo serán. Probablemente serán la familia más grande de músicos de toda la humanidad.
─ ¿Y puede usted decirme cuál es ese deseo?
─ Por supuesto, no es ningún secreto ─sonrió antes de continuar- Uno de estos hermanos quiere que un hijo suyo, se convierta en uno de los músicos más importantes del mundo.
─ ¿Qué nombre tiene ese músico?
─ No creo que tenga demasiada importancia para tí, pero te lo diré de todos modos, se llama Johann Ambrosius Bach.
─ ¿Y cómo puede usted ayudarlo en su deseo?
─ Con consejos muchacho, con buenos consejos simplemente ─sus ojos brillaron en su mordacidad─ ¿Y tú, qué piensas hacer en Europa?
─ No tengo la menor idea, no era lo que tenía planeado. Estaba viajando hacia África cuando la tormenta nos alejó y naufragamos, creo que William se encuentra en la misma situación, veremos como continuar.
─ Veo que aprecias a ese joven.
─ Le tengo estima en realidad, puede que sea por ser mi primer amigo de una edad cercana a la mía.
─ No creo que puedan estar juntos durante mucho tiempo, pero por un par de años será bueno para ambos que lo estén, es probable que vuelvan a necesitarse en alguna de sus empresas.
─ ¿Es otra de sus predicciones o una simple especulación? ─pregunta ahora cáustico Fausto.
─ Ja, ja, te estás volviendo algo suspicaz muchacho.
─ No pretendí molestarlo señor.
─ No te preocupes, no me molesta, al contrario, me divierte y por favor, no me llames más señor, Mefisto es más breve que Mefistófeles, si lo prefieres.
─ Es que me parece que señor corresponde mejor a muchacho.
─ Ja, ja, ja, suspicaz e irónico, buena combinación Fausto, buena combinación─se retiró riendo.

En ese momento William se acerca y le pregunta de qué estaba hablando con Mefisto, a lo que Fausto responde restando importancia.

─ De nada en especial, pero si me preguntó que haríamos tú y yo en el futuro próximo.
─ Es una buena pregunta ¿tú tienes alguna idea?, porque yo honestamente no.
─ Realmente no, no tengo una idea clara, pero será necesario volver a La tortuga si queremos tener dinero, veremos una vez que lleguemos a tierra, que calculo será al anochecer.
─ Como te parezca, yo en este momento estoy un poco abatido y no estoy en condiciones de proponer ideas, espero recomponerme pronto, no me gusta sentirme así, por otro lado hasta hace muy poco estábamos a la buena de Dios en una precaria balsa y eso me hace pensar que todo es posible ─puso su mano sobre el hombro de Fausto─ Estoy comenzando a padecer tu absurdo optimismo, joven amigo ─ambos sonrieron.

Efectivamente llegaron al anochecer a puerto, el cual estaba prácticamente desierto, luego de despedirse del capitán y la tripulación, Mefisto lleva a Fausto y a William a una posada para pernoctar, en la mañana se despide de ambos ya que está presuroso por ir a Alemania y antes de partir le dice a Fausto.

─ Te aconsejo volver a visitar al capitán del barco que nos trajo, es posible que te ofrezca una solución a tus necesidades, cuidate, ya nos volveremos a ver y toma un poco de dinero para subsistir unos días, les hará falta ─Fausto intento no aceptarlo, pero Mefisto se lo puso en la mano y sonrió─ Ahora si me debes algo ─luego partió.

Acostumbrado ya a los “mensajes” de Mefisto, Fausto no dudo en dirigirse al puerto en compañía de su amigo, al llegar encontraron al capitán organizando la descarga de las mercancías de su barco.

─ Buenos días capitán.
─ Buenas jóvenes, supongo que habéis descansado bien ya ─responde amablemente.
─ Si, gracias, hacía bastante que no dormíamos tan tranquilos.
─ ¿Y que están haciendo aquí?
─ En realidad buscamos la forma de volver a América.
─ Pues si no tienen demasiada prisa, en un par de días partiremos hacía África y luego llevaremos la carga a América.
─ Sería perfecto, el inconveniente es que estamos sin dinero para pagar los pasajes.
─Ja, ja, ja, pagar los pasajes, nadie habló de pagar algo, sois amigos de Mefistófeles y eso los convierte en mis invitados muchachos, con gusto los llevaré.
─ Podemos ayudar de alguna forma para compensar vuestra gentileza.
─ De ninguna manera, he dicho que son mis invitados, además me agrada la idea de tener con quienes charlar en estos viajes tan largos. En dos días partimos al amanecer, espero que estén aquí para entonces.




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