Si la tristeza gobierna las ilusiones,
si la nostalgia domina las alegrías,
los deseos se vuelven lamentos burdos,
sus sombras alargan su fría danza
en el manto férreo de la noche,
donde solo el dolor despliega sus garras.
En la penumbra nacen ciegos,
incapaces de descifrar la vida,
sumidos en su propia miseria,
con el pudor herido en cuerpo y alma,
flagelando al amor que sangra
por pasiones frágiles, que pronto mueren.
El olvido otorga perdones piadosos,
esconde razones en rincones sombríos,
retazos de honor entre cristales rotos,
perdidos en el cálido consuelo del alcohol,
y sacrificando las horas de otro día,
las risas sucumben ante la tragedia.
Si la tristeza gobierna las ilusiones,
mi llanto será un canto susurrante,
un grito que atraviesa la noche
y aborda mi voz en turbia súplica,
hasta que las sombras se rindan
y el alma recobre su exilio.