Carta abierta: "Confesiones"
Soy
solo el reflejo de mi fracaso, una proyección idealizada por mí,
valorada en la sutil comparación cotidiana con un rebaño de oscuros
animales, que bastaría el mínimo estruendo para iniciar una larga
estampida, sin un rumbo o destino claro, solo alimentado por el temor a
lo desconocido. Nadie es capaz de elegir su propio camino, solo siguen
al grupo de forma instintiva y allí en medio de la confusión y la
oscuridad que el polvo ha generado, estoy solo, solo, increíblemente
solo. El desprecio de mi estúpida soberbia, me produce un retorcido
placer, que solo en la locura del gozo, gozo loco y solo, sin desconocer
la realidad. La sensación de diferencia es subjetiva pero íntima,
incomparable y mezquina, tan absurda como grandiosa, superlativa, pero
la imposibilidad de disfrutarla compartida le resta la alegría que
debiera producir, al tiempo de ser su propio génesis y razón,
combinación de elementos opuestos y necesarios, infinitamente
indispensables como terriblemente alejados. La comprensión delatará mi
error, pero el silencio confirmará mi verdad, el impacto de la
confrontación resultara en simplemente una sonrisa, que de soslayo
dejare escapar para agrandar la furia que ha nacido o crecido en ese
instante, para luego ser respondida con una maldición bien recibida y
seguiré jugando, por lo que les pido perdón sin remordimientos...
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