"Sin excusas"

Cuando descubrí que mi huerto eran unas pobres macetas en mi balcón, que el azul de mi cielo era un pequeño rectángulo que escapaba al conglomerado gris, que el canto de las aves era un susurro distante y eventual, que mi libertad estaba sujeta a una pantalla que me mostraba todo y lo peor, el no estar seguro que mis ideas fueran propias, realmente mías. Ese día decidí, tal vez por primera vez tomé una decisión propia, con terrible temor y enorme esperanza, apagar el monitor, salir a la calle y perderme en una distancia incalculable. Salir de la caverna, como dijo el maestro con su Zaratustra, salvando los abismos de mi entendimiento, intentando comprender cuál es el destino que deseo y por qué estoy dispuesto a sacrificar mi tiempo, lo más valioso que tengo. Las sutiles distracciones quedaron atrás, las banales preocupaciones perdieron su importancia y el universo me golpeó como a un niño que aprende a caminar. Sin límites ni fronteras, sin un idioma, sin costumbres ni creencias, solo con mi ser, con mi alma ciega. Ninguna luz iluminó mi camino, ninguna experiencia me protegía y en esa soledad desamparada pretendí crecer, acariciar el cosmos y gozar del mundo, de ese mundo desconocido pero imaginado, de esa incertidumbre placentera. Reconozco el miedo que vuelvo a sentir hoy, mi cobardía me impidió perder las llaves, la derrota será un resignado retorno a la seguridad de mi caverna, esa que había creado para solo sobrevivir y no tener el valor de pagar el costo que la libertad exige. Mañana he de despertar bajo un cielo azul o en la oscuridad, pero sabré que la elección fue solo mía, sin excusas…



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