Su paso vacilante denunciaba
el derrumbe de sus cavilaciones,
y aunque tardía llegaba penosa,
la alegre tristeza de su victoria.
Sus ansias se marchitan precoces
en el pálido reflejo de su ser,
carente ya de nuevas ambiciones
en la triste alegría de su derrota.
Concluir no le otorga un principio;
solo desgasta sus viejas emociones,
y observando sus anteriores pasos,
recuerda pasivo sus horas felices.
La aventura llega a su culminación,
tan repentina como inesperada,
dejando un sabor desconocido
que promete permanecer eterno.
El tiempo no ha sido solo tiempo;
su historia jamás será recordada.
Cansado, se detiene, respira hondo,
comprende, sonríe y se entrega.
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