Texto: "Solo una idea"


El mundo está crujiendo, partiendo su interior, haciendo temblar las calles, sin sostener un suspiro. Cobija la miseria sin esperanzas bajo un cielo gris que apenas comienza a nacer, y con el viento las caricias olvidadas que desgarraron mi piel y la de otros, solo por pensar en ella y en mí.

La nostalgia me trae tiempos de calidez y de ilusiones que pasaron sin poder atraparlos, olvidados en un bar, sucios y sobrantes como la noche que partí para no encontrarme jamás. Una niebla profunda me envuelve y confunde mi destino, que quizás no fuera el mío, solo el camino que alguien debía recorrer y perderse en el vacío, un vacío sin fin.

¿Podrá tal vez una niña dibujar una sonrisa que no se oscurezca con este día?, dejando el lazo de su madre trenzado en su alma, para luego alejarse y crecer, sospechando el dolor que vendrá y que deberá aceptar, para que su pena se deshaga en ápices, en partículas mínimas del ser y llegar a ser mujer. ¿Será necesario pagar el precio que está impuesto por la vida?

La brisa que desata el viento es solo el principio de la tormenta que pronto llegará y abrazará a todos por igual, sin siquiera saberlo. Al mirar el cielo comprendo que no fue en vano el llanto derramado por nada y por todo, pero sé que debió ser así… y así fue y será.

Las lágrimas no disimuladas son un reflejo de la pobre comprensión que las personas tienen de lo verdadero y, regadas por sendas áridas, de nada sirven. No han de regocijar las flores del antojo, que por simple conclusión errónea debieran estar allí para ser recibidas con benevolencia, por mera estupidez.

Si solo pudiera abrazarlo todo y llevarlo junto a mí, si pudiera evitar el tiempo y mi ignorancia, si pudiera retroceder ante los equívocos del camino, si pudiera decir “te amo” sin pudor, si mi arrogancia no me hiciera creer que conozco las respuestas… si solo fuera parte de lo que soy y pudiera administrar mi inteligencia, sin olvidar y recordando solo lo necesario.

El tiempo es finito y de nada vale suplicar un segundo más. He comprendido eso y, obligado por la urgencia, aprovecharé cada instante que reste, o en verdad que sume al perdido… o no.

La tristeza es el sentimiento que más conmueve al alma, y en realidad no debiera ser así, pero lo es, aunque duela reconocerlo. El amor nos embriaga, nos despoja y nos conduce, pero la tristeza nos inunda irremediablemente; por eso debemos festejar todo lo que podamos los momentos de felicidad, que aunque sean más, en el mejor de los casos, no podrán borrar completamente el dolor de la tristeza, que aunque se trate de olvidar, siempre estará presente, arraigada en nuestro ser como un parásito que nos devora.

Yo he aprendido a engañarla, confundiéndola con cierto placer irracional, cargado de irrealidad y sentimentalismo, mintiéndome un poco, solo un poco, lo suficiente. Ser feliz es una obligación, y casi nadie lo comprende, porque no saben manejar su tristeza, su dolor, sin pensar que todos lo tenemos en un grado u otro. Pero la capacidad de controlarlo es lo importante. Como dije, no es posible olvidar; recordando solo lo básico, sin escrutar demasiado, solo rasguñando la superficie, creo que es la mejor manera de superarlo. En síntesis: no profundizar en el dolor, ya que eso solo lo agranda y fortalece.

Todos tenemos motivos para ser felices; solo tenemos que superponerlos a las desgracias, y aunque parezca tonto, creo que funciona.




Cuento: "La frontera del temor"




Su nacimiento no fue un hecho trascendente. No tuvo la menor repercusión, algo lógico: no era hijo de nadie, solo la materialización de un deseo básico de vida. Su mundo era una pequeña laguna, suficiente para él. Sus aguas cristalinas le agradaban, y el manantial que brotaba entre unas rocas le brindaba agua fresca para beber, manteniendo viva la laguna. En su interior se sentía cómodo, seguro y apacible, con todo lo necesario para subsistir. Los terrenos lindantes ofrecían frutos y sembrados, por lo que bastaba recorrer unos metros para obtener lo que quería. Durante mucho tiempo, observó aquel enorme muro que, a lo lejos, le ocultaba el horizonte.

Al llegar a la adultez, despertó un día sintiéndose molesto. Su laguna se había tornado un lodazal; el manantial llevaba agua turbia, apenas suficiente para limpiar sus escasos alimentos. Aun así, continuó en su mundo conocido, vigilando el muro a la distancia, sin atreverse a cruzarlo.

Ya en la vejez, despertó en un mundo de podredumbre. Todo estaba contaminado: la laguna, los frutos, los sembrados y el manantial. No pudo seguir allí; debió abandonar su hogar. Comenzó a caminar hacia el muro, su único camino. A medida que avanzaba, comprobó que el muro se reducía poco a poco. Exhausto por la sed y el cansancio, cayó a pocos metros de su destino. Con las últimas fuerzas se arrastró hasta alcanzarlo.

Cuando el muro desapareció finalmente, el horizonte se abrió ante él. Lo contempló con asombro y una mezcla de tristeza y comprensión. Lágrimas recorrieron su rostro mientras entendía que había llegado demasiado tarde. Inspiró hondo una última vez, y su aliento se perdió en la brisa que recorría el horizonte.





Poema: ""Delicias de compartir la vida"


Cómo soportar
el látigo de tus ojos,
al escrutar
mis débiles, dolorosos defectos,
aquellos que avergüenzan
y que no sé disimular.
Cómo transitar
el jardín del paraíso,
con la desnudez
de cuerpo y alma,
si tu mirada impía
desnuda cada traición,
cada secreto guardado.
Cómo intentar
un nuevo renacimiento,
si la piel sangra
por viejas heridas,
que ni tus caricias
y rezos pueden sanar.
Cómo seguir
en esta batalla,
sabiendo que solo
se sumarán víctimas,
si la rendición
es derrota final,
si todo termina
en sombra y olvido.
Cómo atacar
mi incomprensible actitud,
sin conocer
mi testaruda obsesión,
fatal para quienes
no comprenden mi ser,
ni el irónico juego
que suelo practicar.