Epístola: "Carta a mi tierra"

La tierra que me dio el concepto de pertenencia, que vio a mi madre parirme y brindó el sustento para que mi padre pudiera cumplir con sus deberes. Esa tierra que me enseño su idioma para que la conociera, para que pudiera comunicarme con ella, para que diera mis primeros pasos y seguir siempre allí cuando ya era un hombre. Esa tierra que me acerco a la vida y me permitió compartirla con todos, alejándome de lo celestial evitando que cometa errores, que confunda la realidad, que crea que puedo dejar de ser terrenal. Esa tierra que me dio el valor para reconocerme como humano, que me alertó ante la tentación de lo etéreo, lo mágico, lo divino, brindándome el conocimiento cierto de lo terrestre, de la vida y de la muerte. Esa tierra que me llevó a lo profundo antes de pretender elevarme, que nunca me habló de un más allá, que jamás me mintió, que en sus entrañas me entregó el saber y en sus cúspides la razón para poder pensar, elevándome sin sentirme superior y no creer en lo superior, más allá del destino que está impuesto a todo lo existente. Tierra mía que me regalaste el coraje para verme como realmente soy, sobre tu suelo he vivido y a tu interior he de volver conforme, cuando llegue mi final.


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