He vivido toda mi vida en un error: creer en un equilibrio que nunca existió. El mundo no es paritario, no hay justicia ni grandeza compartida. Solo existe un gigante invisible, indestructible: la cobardía y la mediocridad.
Los hombres pequeños lo temen, lo ocultan, lo degradan; cualquier gesto de grandeza es empequeñecido hasta desaparecer. La ética, el valor, el amor, la esperanza: todo se encoge y se diluye en su sombra. Una vida pequeña de hombres pequeños produce apenas una herida insignificante en el cuerpo monstruoso del gigante.
Mi error, entonces, es mi optimismo, mi esperanza. Temí al gigante y lo vi triunfar en su miseria: en prejuicios, intolerancia y oscuridad. La derrota parece inevitable, pero aún así debo vivir, aunque sea en el error, porque la verdad, a veces, es demasiado cruel.
Solo queda perdonar mi propia pequeñez y seguir existiendo en la benévola mentira del error, buscando en mi interior la grandeza que el mundo rehúye reconocer.
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