Cuento "¿Otra historia de amor?"
Poema " Momentos "
Cuento " El jardín "
2011
Cuento " Otra oportunidad "
Viernes.2 AM y Pedro no podía dormir a causa del terrible calor. El ambiente estaba húmedo y el ventilador le arrojaba aire caliente, estaba mojado por su transpiración. Fumador compulsivo de dos atados diarios, encendió la luz del velador y agarró el paquete de cigarrillos, descubriendo que estaba vacío.
Pedro era un hombre común, aunque de joven era sagaz e inteligente, su vida no fue fácil, habiendo muerto su padre en su adolescencia, naufrago entre la rebeldía y la decepción y por no prestar atención a los consejos de su madre (una mujer trabajadora y sacrificada), había desperdiciado su capacidad, simplemente, por desidia, convirtiéndose en un vulgo, con una esposa igualmente vulgar y dos hijos que casi no le hablaban, de profesión fletero.
Observó a su esposa que dormía a su lado y se incorporó, decidió vestirse para ir al kiosco de la avenida, a dos cuadras de distancia, que permanecía abierto las 24 Hs. En silencio salió a la calle y sintió alivio al recibir una suave brisa acompañada de embriagadores perfumes de jazmines y azares vecinos, el paisaje nocturno le resultó distante en sus recuerdos y una repentina nostalgia lo atrapó. Recordó cuando en su adolescencia se reunía con sus amigos noctámbulos en la esquina, extrañó su ser, como experimentaba la vida en aquellos tiempos, su mente sedienta de saber, su cuerpo de conocer, con una curiosidad alegre e ingenua, expectante y ansiosa. El tiempo había cambiado radicalmente su ser, hoy solo deseaba los placeres triviales, no lo apasionaba el esoterismo de la vida y tampoco sentía emoción ante la sorpresa, que casi nunca lo tocaba. Se había convertido en un ser gris y aburrido, sin preguntarse donde quedó el otro Pedro, sin saber cuando se transformo o el por qué, respiro profundo y sintió tristeza.
Comenzó su recorrido al kiosco tratando de olvidar todo, pensando solo en su deseo de fumar y lo inoportuno de quedarse sin cigarrillos a esa hora. Al llegar al kiosco lo atendió un hombre mayor, cuando le pidió los cigarrillos, este le dijo con tono severo y paternal, “no sabes el daño que te causas”, Pedro lo miró perplejo, tomo los cigarrillos y apresuró su regreso. Noto de pronto algo diferente, la luz era menos potente y todo alrededor parecía haber variado, una ligera transformación que no podía detectar, hasta que se detuvo bruscamente en una vereda, miro la casa y su asombro lo atemorizó, donde suponía debía haber un moderno chalet, se encontró una vieja casa de madera. Si bien Pedro no le prestaba mucha atención al barrio, porque salía temprano con su camioneta para volver al atardecer y encerrarse en su casa, sabía que esa vieja casa fue demolida para construir el chalet, su desconcierto aumentó cuando comprobó que todas las casas vecinas eran distintas, en realidad eran como el las recordaba, treinta años atrás. Esto lo confundió tanto que comenzó a girar tratando de ver todo a su alrededor, pero el escenario era el pasado. Quiso regresar rápido a su casa, su mente no podía resolver su confusión, pero al llegar a la esquina, la visión que tuvo convirtió su temor en terror y su confusión en absoluta locura. Petrificado observa a un grupo de jóvenes adolescentes, eran sus amigos tal como los recordaba, sentados en la vereda; kike, el tano, el negro y Roberto (este había fallecido). El negro lo observa y lo llama con la mano, Pedro se acerca con paso inseguro para detenerse solo a un metro, escucha al negro que le dice: “¿dónde te metiste?, te estamos esperando, ¿recién te levantas de dormir?”, Pedro no puede responder y los saluda a todos con la mano en el aire sin decir una palabra. Kike lo mira y pregunta: “¿te pasa algo loco?, mira que mañana vamos de mi tía, no me dejes colgado”. Pedro recordó que en aquella visita, conoció a su esposa que era amiga de la prima de kike”, dudo un instante y dijo: “no creo que pueda ir y perdónenme pero tengo algo importante que hacer”, sin otra explicación salió corriendo pero esta vez en dirección a su antigua casa, donde había vivido con su madre y hermano mayor.
Al llegar a la entrada estaba agitado y tembloroso giró el picaporte de la puerta de acceso (era normal el aquellos tiempos y sobre todo en el barrio, no cerrar con llave, no era necesario), todo estaba oscuro pero Pedro recordaba cada centímetro de aquella casa, más decidido se dirigió al cuarto de su madre y golpeó suavemente la puerta. Todavía no comprendía lo que le estaba pasando, pero un fuerte deseo lo obligaba a continuar, ya que su madre había fallecido hacía muchos años. Sus tribulaciones desaparecieron al oír esa tan ansiada voz decir:
–¿Si, que pasa?.
–Soy yo mamá.
–Pedrito, hijo. entrá, ¿Qué quieres?–entró y la luz del velador lo encegueció un instante, cuando pudo adaptarse casi llora al ver a su madre.
–Mamá sos vos, como pude ser, yo soy grande, tengo una familia, no pueden treinta años de mi vida ser un sueño, esto es un sueño.
–Pedrito ¿Qué decís, estuviste tomando algo o peor aún, con tus amigos?
–No mamá, perdóname y dormí tranquila.
Salió del cuarto y se dirigió al que compartiera con su hermano, al entrar comprobó que no se encontraba y fue directo al espejo de cuerpo entero que había contra la pared, la imagen que reflejaba era la de sus 14 años, se acercó hasta tocarlo con su frente, con sus manos se acarició el rostro y mirando el techo dijo: “gracias, no se a quién pero gracias”. Estuvo desvelado toda la noche, temía dormir y despertar distinto, los recuerdos de su vida adulta eran cada vez más borrosos, preparó un bolso con algo de ropa y sus cañas de pescar, esperó el alba.
En la mañana temprana, Pedro escucha a su madre levantarse y dirigirse a la cocina, va a su encuentro y la ve preparar el mate, cuando esta lo ve, dice:
–Que sorpresa hijo, ¿Qué haces levantado tan temprano?
–Es que me voy a visitar al tío y preparé las cañas porque seguro querrá ir a pescar.
–Me parece bárbaro, sabes cuanto te quiere.
–Si mamá, lo sé, el domingo por la tarde regreso.
–Bueno, ¿querés desayunar?
–Si por favor, otra cosa, el lunes temprano iré a buscar trabajo y a la tarde a inscribirme en el nocturno para terminar el colegio, luego veré que seguir.
–Pero hijo, ¿Qué ha pasado para tan repentinos e importantes cambios?
–Nada mamá, es solo que descubrí lo que no quiero ser cuando sea grande.
En su cuarto quedó intacto el atado de cigarrillos.
Poema "Carta a un hombre "
Si existes y nadie se da cuenta, cierra la puerta lo antes posible, porque lo vivido nada vale si no tuvo para nadie sentido. Cambia tu cuerpo y tu alma, dibújate en un retrato abierto, descubre los errores de tu ser y aplaca la ira de tu mente. Rompe las ataduras que te opriman, solo liberado serás feliz. Vive pleno la gracia del amor, completa la historia de tu diario, cada día tiene su encanto. Disfruta de lo simple y natural y la belleza surgirá inesperada, siempre nueva, única para ti. Cada pájaro te regalará su canto si apacible transitas los caminos, cada flor perfumará tu paso si despiertas tus sentidos a la vida. Goza con el alba que te ofrece otro día y cuando el sol esté en el ocaso, agradece la suerte de poder despedirlo. Vive tus propias experiencias sin descuidar los consejos recibidos, jamás te apresures, porque de la prisa nacen las pérdidas. Práctica la bondad y la justicia, si vives con la verdad tú conciencia será tu mejor amiga. No te abatas frente al dolor, que el sufrimiento exalta la dicha, escucha si quieres ser oído y descubrirás el poder del silencio. Empéñate con todas tus fuerzas y descubrirás que lo que he dicho, es cierto.
Poema "Hastío "
Arde la llama bajo el leño,
se consume el cuerpo.
Tiempo de rosas secas,
principio de tempestad.
Cansancio que surge de la fatiga,
hastío de la soledad.
Corre el viento por la hendijas,
se enfría el alma,
todo esta en paz.
1986
Poema "Esperando la vida "
traicioneros duendes delatan, dolorosos olvidos inciertos.
Ningún tiempo extingue la llama, que maduró un brote de fuego,
encendido en cuerpo y alma, nació de un amor verdadero.
Dueña del pasado la nostalgia, placentera, irónica y cruel,
los miedos el futuro agobian, en repetidos temores de ayer.
Colmado de terror el gozo, aburrida de excusas la vida,
cercos que cautivan el odio y en la misma celda, la dicha.
1986
Reflexion
creer en lo que crean,
virtud mutilada en mí,
realidad que me atormenta,
que fácil es teniendo fe,
pero que difícil tenerla.
1986
Poema " Tres amigas "
que dulce y bella tristeza,
tantas noches me seducen
besando mi cama desierta,
no me olviden les ruego
partiendo cuando amanezca.
Mi soledad, no las celes;
ellas son viejas compañeras,
las llevo muy dentro de mí
pero tu, tu colmas mi existencia.
1986
Cuento " El pacto "
Javier tiene 50 años, esta en una esquina esperando un colectivo que lo lleve a su casa, 40 cuadras aproximadamente, es la hora 18 y el sol se oculta. El barrio tiene poco movimiento, durante su espera solo pasaron unos pocos autos con gente que vuelve del trabajo, 15 minutos y ningún colectivo, esto lo inquieta porque tiene $ 500 que acaba de cobrar por la finalización de un trabajo de pintura en una casa del barrio y si bien no es un dineral, es lo único que tiene para vivir hasta que surja otro trabajo.
Javier es pintor, electricista, plomero, albañil o jardinero, hace cualquier trabajo que se presente, es hábil, honesto y barato, por lo que sus clientes lo recomiendan, pero en tiempos difíciles como los actuales el trabajo igualmente escasea. No tiene agendado ningún futuro trabajo y la espera del mismo cada vez es mayor, hay semanas que no surge nada y esto lo angustia. Su vida es miserable, esta solo, la pobreza lo ha separado de su mujer y dos hijos, en su desesperación se envicio con el juego, un bingo a 20 cuadras de su casa, le sacaba el poco dinero que ganaba, la fantasía de salvarse lo termino por arruinar por completo, porque como cita el refrán " el que juega por necesidad, pierde por obligación " y el no era la excepción. Cientos de veces llego a su casa sin un peso, destruido por buscar la solución mágica lo había perdido todo; familia, parientes y amigos, solo uno le quedaba, quien mas por conveniencia que otra cosa, le había prestado una precaria casa, que tenia abandonada, para que tuviera donde vivir.
Cuantas noches había caminado esas 20 cuadras por no tener una moneda, del bingo a su casa, y en el trayecto llorar y maldecir su mala suerte, insultar a Dios por no ayudarlo y enfurecido pedirle al diablo hacer un pacto, le ofrecía su alma a cambio de diez años de abundancia y felicidad sin trampas. Vivía deprimido y cada noche que realizaba su triste recorrido, repetía su oferta, cada vez con más fervor. Esta noche no seria muy distinta, ya que su plan es guardar algo de dinero para comer unos días y jugar el resto, se jura a si mismo no perderlo todo, esta cansado de pasar hambre por su descontrol, pero el final es incierto.
De pronto lo rodean dos jóvenes, no los vio acercarse, con pistola en mano uno le apunta al estomago al tiempo que dice: "quedate quieto o sos boleta", el otro lo palpo como lo hace un policía a un sospechoso, le introdujo su mano en los bolsillos y sustrajo los $ 500 mas el poco cambio y monedas que tenia Javier, todo duro solo segundos y huyeron corriendo. La primera intención de Javier fue seguirlos, pero dio unos pasos y se detuvo, ¿que podía hacer?, se dejo caer de rodillas y con ambas manos se tomo la cabeza, cerro los ojos y maldijo su suerte, insulto a Dios y repitió su oferta al diablo. El sonido del motor de un colectivo lo volvió a la realidad, se puso de pie y con el brazo extendido lo detuvo, quiso explicarle al chofer lo que le acababa de suceder, pero este cerró la puerta y se marcho.
Era casi de noche, las pocas luces de la calle encendieron y Javier comenzó a caminar, luego de una hora llego a su casa, entro y se tiro en la cama, le dolía el estómago por los nervios y el hambre, quiso dormir pero no pudo, su mente no podía descansar, todo lo que pensaba lo atormentaba; su vida, su pasado, sus errores, su destino; todo le dolía, lo amargaba, apretó los dientes y lloró. Luego de un largo rato trató de calmarse, se incorporó y fue a la cocina, busco algo que comer, pero solo encontró un pedazo de pan duro que con dificultad masticó, pensó y pensó que podía hacer, hasta que se decidió, aunque no le gustaba mucho la idea, ir a ver a Juan que vivía a 15 cuadras. Juan era el amigo que le presto la casa, este se dedicaba a al construcción de dúplex para alquiler y había comprado el terreno, donde estaba Javier, para ese fin, pero como las cosas no andaban del todo bien, había suspendido el proyecto y temiendo que le intrusaran el terreno, ya que la casa carecía de valor, aprovechó la situación de Javier para tener un cuidador gratuito, cosa que Javier sabía, pero de todos modos estaba agradecido.
Alrededor de las 22 horas, Javier toco el portero eléctrico del chalet de Juan y fue atendido por este, Juan vivía solo con su esposa ya que su único hijo estaba radicado en EE.UU. por estudios.
- ¿Quien es?
- Yo Juan, Javier
- ¿que te pasa? estoy por cenar
- ¿Podes salir un minuto?
- Bueno, ya voy
Cinco minutos después sale Juan y Javier le cuenta lo acontecido, Juan sonríe
- ¿Fuiste al bingo y te secó, marmota?
- No Juan, te juro que no, si hubiese ido al bingo te lo diría, me robaron de verdad
- Bueno, pasa a cenar con nosotros.
Luego de una "cena" ligera, dos huevos duros y una cucharada de ensalada rusa, Juan se dio por satisfecho, su esposa Claudia termino de comer y se levanto, sin prestarle atención a Javier, fue al dormitorio. A Javier las tripas le hacían ruido, pero por vergüenza no pidió repetir.
- Bueno, ¿que piensas hacer
- No se Juan, estoy desesperado
- Bueno, no te preocupes
Metió su mano en el bolsillo y sacó un atado de billetes de todos los colores, separó $10 y se los dio a Javier al tiempo que se levantaba dirigiéndose a la puerta de salida.
- Esto es para que no estés sin un mango y cualquier cosa que necesites me llamás, cuando puedas me lo devuelves.
Se despidió, Javier salio a la calle, hacia frío y pensó: que cena, como le gusta la guita a Juan, ¿que habrá hecho con la cáscara de los huevos? y 10 mangos, cigarrillos, yerba y azúcar, espero me alcancen y pensar que tiene como 200 lucas en el banco, bueno son de él. Camino tranquilo hasta que imaginó que si lo volvían a robar, quizás le pegaran un tiro por tener solo $10 y Juan no había guardado el auto, no tendría ganas de manejar, estará cansado.
Llegó a la casucha y se acostó, le costo un tiempo dormirse, pensaba en lo estúpida y humillante que había sido su visita a Juan, al fin se durmió. Despertó en la mañana, alrededor de la 8 y esperó que abriera el kiosco-almacén de la esquina, para comprar lo planeado, luego calentó agua y preparó el mate amargo, no le alcanzo para azúcar, pava y media con dos cigarrillos y se sintió mejor, aunque su estómago le reclamaba al mas sólido se conformo y como estrategia para engañarlo, trató de dormir todo el tiempo posible. Su debilidad le hacia dormir mucho y cuando se despertaba, repetía la toma de mate con cigarrillos, así transcurrió el día sin que nada apareciera. La noche lo encontró aturdido, desganado y en estado famélico, su desesperación lo confundía y angustiaba cada vez mas, por momentos le pedía explicaciones a Dios, luego lo maldecía y terminaba, como siempre, invocando al diablo, repitiendo su oferta, hasta reducía sus pretensiones con tal de ser feliz aunque fuera por poco tiempo.
Avanzada la noche estaba descontrolado, por impulso agarró una cuchilla y la ocultó entre su ropa, salió a la calle, no sabía que iba a hacer, si intentar un robo o suicidarse, caminó sin dirección, soñaba despierto con una buena comida, un buen vino y como conseguirla, miraba el suelo con la pobre ilusión de encontrar algún dinero, luego comenzó a fantasear como podía robar a alguien, como someter a un distraído con su cuchilla y tener la suerte que su víctima tuviese buen dinero, como la tuvieron los asaltantes con él. En su trayecto se cruzó con un par de personas, pero no se animó al atraco, temía que podía pasar, que la situación se descontrolara y terminara en una tragedia, lo curioso es que no temía por el, su miedo mayor era producir un daño a su víctima, que esta lo obligara a una acción violenta en demasía. Javier no era un delincuente, solo estaba desesperado y casi enloquecido, sus pensamientos lo habían agobiado tanto que cuando se detuvo a descansar un poco, no sabía donde se encontraba, la calle no le era conocida, estaba más oscura que el resto, apoyado contra un frente respiró con fatiga y buscó donde sentarse. De pronto, entre la oscuridad se dibujó una silueta, parecía un hombre anciano que caminaba hacia él, Javier lo observó he intuyó cierto temor del anciano, quien hizo un movimiento con su mano, como ocultando algo o mejor dicho, como comprobando que en el bolsillo había lo que tenía que haber. Ya estaba a su alcance y Javier aun dudaba, hasta que al fin se decidió, sacó la cuchilla y se abalanzó sobre el anciano, le colocó su filosa hoja cerca del mentón y tembloroso le dijo: "deme lo que tiene", el anciano espantado introdujo su mano en el bolsillo y sacó un grueso fajo de billetes de mayor valor, al ver esto Javier se éxito y quiso acelerar el trámite diciéndole: "deme eso rápido", el anciano le suplicó diciendo: "es todo lo que tengo, por favor no me lo saque", Javier insistió sin prestar atención a su ruego, cuando el anciano comenzó a gritar por auxilio, su vos era potente y sonaba fortísima en el silencio de la noche, Javier se asustó, le pidió que se callara, pero el anciano gritaba cada vez más fuerte, los gritos lo alteraron, no sabía que hacer, miraba en todas direcciones para saber si alguien escuchaba,"cállese" le gritó al anciano sin mirarlo y de golpe el silencio, gira y lo ve con el dinero en una mano y la otra tomándose el cuello, los ojos desorbitados y la sangre que brotaba entre sus dedos desde la garganta. La hoja de la cuchilla estaba ensangrentada y el anciano se desplomó, Javier quedó petrificado, no tenía consciencia de lo que había sucedido, cuando pudo gobernar su cuerpo echó a correr, a los treinta metros se detuvo, miró la cuchilla en su mano y la arrojó, giró hacia el anciano, la figura era apenas visible y pensó en medio de su terror que no podía ser en vano y volvió, nada se movía, se acerco al anciano y quiso tomar el dinero que sujetaba, tuvo que usar sus dos manos para sacárselo. Estaba de rodillas cuando el anciano abrió sus ojos malignos, intimidadores y sin mover los labios pronunció:" ya no necesito un pacto", el terror se apoderó de Javier y huyó con el dinero en su mano, corrió varias cuadras girando en ambas direcciones, solo quería alejarse y corrió hasta no poder más, pero no se detuvo, siguió caminando rápido hasta encontrar el camino a la casucha. En el trayecto pensó que si lo que suponía era tal cual, no había matado a nadie y esto algo lo calmó y al observar el dinero, mucho mas de lo que había imaginado, tuvo una sensación de placer, pensó lo que podía hacer con el y se sintió feliz.
Llegó a la casa agotado, no tenía fuerza para ir a otro lado y decidió acostarse un rato para después ver donde ir a comer, porque tenía mucha hambre pero su cansancio era mayor.
A la mañana siguiente Juan estaba intranquilo, pensó en Javier y resolvió ir a ver como estaba, no le agradaba la idea de tal vez tener que darle otros $10, pero su curiosidad fue mas fuerte que su avaricia. Al llegar estacionó su auto en la vereda, golpeó la puerta de la casucha y no tuvo respuesta, giró el picaporte sorprendiéndose que estuviera sin llave, entro llamándolo a Javier, pero nadie contesto, espío en la cocina y fue al dormitorio, Javier estaba acostado en posición fetal, con sus manos en el pecho sujetando algo. Al tocarlo para sacudirlo, intentando despertarlo, sintió el frío de la muerte y no necesito más, quiso ver que sostenía contra el pecho, era un paquete envuelto en papel, lo abrió y descubrió el dinero que instantáneamente se guardó, en el papel había una frase: "Dios es distraído, pero yo no". Con su celular llamo al 911.
2010
Ensayo inconsciente - 3
- " Continua, ¿ por que te detienes ?
- " Porque ahí me quede pensando, no escribí mas y ahora que lo leo confieso tengo que contarte algo.
Cuento " Un final feliz "
Encerrado en mi propia mediocridad, sin poder dar una explicación clara a mis pensamientos, abrumado por la vulgaridad de la fe reinante, represora de toda duda y enemiga de toda inquietud. En este estado me encuentro, casi solo o con la sensación de estarlo: intolerante, soberbio, intransigente, irreverente y furioso. Con una supuesta verdad basada en la lógica, que no busco, solo espero pasivo, como cualquier otro que no espera, simplemente está, sin pagar precio alguno por existir, en la cotidiana tarea de intercambiar estados gaseosos y, a veces, algo más, solo a veces.
Sí, así me siento mientras contemplo la plaza frente a la cual estacioné, que, gris por el día y húmeda por la lluvia caída, se posa ante mí. Decenas de pájaros, un carrusel desierto y el verde de las hojas que, a pesar de las nubes, quiere brillar.
Mi nostalgia, eso es. Mejor consumo el tiempo que debo esperar al cliente, en mi trabajo de fletero, en un sueño (mi antídoto contra la angustia), y duermo un poco. En mi camioneta paso la mayor parte del día: como, duermo y medito; todo en mi vieja camioneta.
Apenas debo haber dormitado unos minutos cuando me despertó un susurro. Al principio no entendí de qué se trataba, hasta que observé por la ventanilla a un niño que, creí, me pedía una moneda. Su cara sucia, sus ojos pícaros y la ausencia de un diente le daban un aspecto simpático y tierno (calculé tendría siete u ocho años).
—Esperá —dije—. Busqué el monedero y le di un peso.
Sonrió y dio las gracias; en ese instante tomé conciencia de que no había escuchado lo que dijo: actué por suposición y simple prejuicio.
Pasaron algunos minutos hasta que decidí estirar las piernas. Ahora estaba algo reconfortado, por lo que caminé por la plaza. A unos treinta metros vi a un grupo de personas —supuse jubilados— que trabajaban en una cancha de bochas, preparándola para jugar. Mientras lo hacían, charlaban en voz muy alta, cosa que me obligó a escuchar sus comentarios, a los cuales no quise prestar atención, pero uno de ellos me miraba al tiempo que decía:
—A este joven confundido habrá que hacerle ver la verdad.
Terminada la frase, dejó de mirarme y continuó su tarea sin prestarme más atención.
¿Joven? —pensé—. No debió hablarme a mí.
De pronto enmudecieron, ya no charlaban, y reinó un silencio casi total, solo interrumpido por el canto de un pájaro. Todo era extraño y, en ese silencio, la risa de un niño —el mismo de la limosna—, a la distancia. Apenas lo reconocí, dudé un instante, creí que me llamaba, sin ningún gesto; era mi sensación, y fui a su encuentro sin saber por qué.
Él aguardó. Cuando llegué le pregunté:
—¿Qué pasa? ¿Necesitás algo?
Solo sonrió y extendió su mano, invitándome a tomarla. Así lo hice. Sin resistencia alguna me dejé llevar por el niño. Caminamos varios frentes hasta que me introdujo en el jardín de una casa sencilla, casi humilde. La puerta de acceso estaba abierta.
—¿Vivís acá? —pregunté.
No obtuve respuesta: solo una sonrisa pícara me ofrecía, y su mirada, ahora profunda, distante a la de un niño de su edad. Apretó con más fuerza mi mano, como pidiéndome que no la soltara, y me llevó hasta la puerta. Yo, sin voluntad propia, como dominado, seguí dejándome llevar, apenas vacilante. Empujó la puerta y entramos, como obedeciendo un mandato.
Una vez en el interior, quedé cegado por instantes: la oscuridad era profunda, casi impenetrable. Solo un reflejo al final del cuarto, del cual no pude distinguir nada, me indicaba dónde ir. Cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad, el reflejo se dibujó con nitidez: era la luz que enmarcaba la puerta del cuarto siguiente. Caminé hacia ella y lentamente la abrí.
La luz se hizo brillante, espléndida, pero no podía determinar su origen; era como si brotara de todas partes, tan potente que no me permitía distinguir nada, aunque no me molestaba, no lastimaba mis ojos. Al contrario, me esforzaba por ver más allá de ella. Tomé conciencia de que estaba solo, que el niño no sostenía mi mano, que había desaparecido. Y, a pesar de esto, no me inquieté: solo la luz me importaba, me seducía y me daba la sensación de seguridad, de calma, de una paz que no conocía, que jamás hubiera creído posible.
Lentamente avancé, no sé por qué. No encontraba un punto de referencia, no podía calcular distancia alguna y, a pesar de esto, seguí moviéndome hacia adelante. Nada perturbaba mi calma, ni siquiera cuando advertí que mi cuerpo se desdibujaba, se mezclaba con la luz, se convertía en ella.
Fue entonces que sentí una fuerza abrasadora que me impulsó. La luz se interrumpía, como un parpadeo, cada vez más rápido. Viajaba con la luz, y el recorrido era sinuoso, como si mi cuerpo girara sin control, pero no podía verme: era como si todo en mí se hubiera reducido, transformado solo en mi visión y mis pensamientos.
Imágenes en flash, como fotos en alta velocidad, comenzaron a presentarse frente a mí. Tenía la sensación de conocerlas, pero su breve exposición no me permitía verlas bien; era como en un instante culminante donde se presentan miles de visiones en segundos.
Al fin me detuve: yo y el tiempo, el espacio y mis pensamientos. Una bruma me cubrió. Descubrí que mis pies, ahora visibles como el resto de mi cuerpo, no hacían contacto con el suelo —que, además, no podía verlo—: estaba suspendido en la nada.
La bruma se abrió como el telón de un teatro, y una pantalla gigante rápidamente fue invadida por puntos de luz, como estrellas ordenadas en un cielo irreal. Los puntos se agrandaron y formaron cuadros, terminando por cubrir toda la pantalla. En cada cuadro había imágenes con sonidos, y eran todas mías, en orden cronológico de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo. Eran fragmentos de mi vida: todos los momentos en que se expresó una emoción, un sentimiento; risas y llantos, alegrías y tristezas, placeres y dolor. Todo estaba en esa pantalla, hasta algunas que no recordaba; en realidad, muchas que habían escapado de mi memoria.
Me abarcó una profunda emoción. Sentí brotar lágrimas de mis ojos y reflexioné: seguramente no habrá sido la mejor, pero tuve una vida, y tal vez un propósito, no expresado en mí, pero quizás en alguno de mis hijos o en otra persona para la cual haya tenido importancia. No lo sé, pero sé que no fue en vano.
En mi aturdimiento no había reparado en el último cuadro, que hasta este instante pareció no haber existido. Al observarlo, divisé una plaza, mi camioneta estacionada, un agente de policía alejando a las personas. Yo estaba sentado en el interior, como dormido, y la sirena de una ambulancia acercándose me hizo reír, reír y reír… hasta las lágrimas...
2009
Poema "Génesis "
disipando las tinieblas de tu vientre,
sacudiéndome entre fugaces haces de luz
que marcan mi camino sin retorno.
Entre luces y sombras juegan los cuerpos
atrapados en un tiempo inmóvil,
recuerdos que devoran las imágenes
con feroces fauces de silencios.
Espacios girando enloquecidos
conforman una tesis de existencia,
cual tremenda imaginación entrelaza,
cuan pequeña lógica condena.
Ni uno, ni dos, ni tres coordinan
si más, más comprensión incierta,
tal súmmum de complejidad encierra
la simple razón de la consciencia.
1986
Poema " Limado"
se desdibuja leve de su rostro el dolor,
sobre las vías sus pies desnudos y fríos,
no comprende ni recuerda nada mejor,
aquella loca idea de la vida no la entiende,
gracias al humo voló por algunos instantes
y en medio de la tormenta baila, gira y cae.
Cuál fue el principio de un fin tan próximo,
para qué correr si siempre te alcanzaran,
mejor esperar tirado y mirar sin observar,
intuir pasar los vehículos sobre el asfalto,
sin pensar, sin sentir, solo mirar y perderse
o colgarse a un camión a cualquier destino,
total los lugares son solo espacios vacíos
y las calles son simples oscuros laberintos.
No ser dueño de nada y de nada ser cautivo,
sin pasado ni futuro, sin esperanza ni anhelo,
sin esperar un día distinto, siquiera soñarlo,
sin pretender más que ese segundo absurdo
para poder volar libre sus sentidos aturdirlos.
Vacío el cuerpo, repleto de obligados olvidos,
la muerte te espera en alguna sucia esquina
y un perro huérfano será el único testigo.
2008
Ensayo inconsciente - 2
- Exclama entusiasmado : "Lógico, necesitamos las estructuras para seguir reformulando, pero no cerrarnos dogmaticamente en su invariabilidad, porque chocaríamos ante la incomprensión de fenómenos que escapan a nuestras reglas. Vuelvo al libre pensamiento, a al amplitud de criterio sin dogmatismo y mas allá de lo empírico. Que el conocimiento adquirido no nos limite, al contrario, nos permita seguir avanzando, aunque signifique tirar por tierra lo que creamos, en lo desesperadamente nos aferramos y poder empezar de nuevo. En realidad creo que el hombre transita inexorablemente este camino, que lamentablemente a tenido interrupciones, periodos de intolerancia y oscuridad, algunos muy largos, pero a pesar de todo siguió creciendo y tratando de comprender su mundo, su realidad como primer paso y luego ir mas allá de esta y pequeño punto de existencia. Tenemos que ser honestos al decir que somos un simple grano de arena en un inmenso desierto; abandonar la vanidad de creernos los elegidos, los únicos, los mejores de la creación, los hijos de Dios".
- "Bueno, vos sabes mas o menos cual es mi posición al respecto, pero me sorprende gratamente el escuchar esto de tu parte, siempre creí que en cierta forma eras creyente y tengo que admitir que de alguna manera esto me molestaba, no por la fe en si, sino por la limitación que en ella se encierra, la aceptación de la revelación nunca me pareció un camino viable al conocimiento".
- "Mira, yo creo en Dios, pero me resulta muy difícil explicar como lo concibo".
- "Casualmente hace unos días tuve la necesidad de escribir algo al respecto y si me permitis te lo leo y luego lo discutimos".
- "Dale, mientras cambio la yerba".