Cuento " Otra oportunidad "






          Viernes.2 AM y Pedro no podía dormir a causa del terrible calor. El ambiente estaba húmedo y el ventilador le arrojaba aire caliente, estaba mojado por su transpiración. Fumador compulsivo de dos atados diarios, encendió la luz del velador y agarró el paquete de cigarrillos, descubriendo que estaba vacío.
          Pedro era un hombre común, aunque de joven era sagaz e inteligente, su vida no fue fácil, habiendo muerto su padre en su adolescencia, naufrago entre la rebeldía y la decepción y por no prestar atención a los consejos de su madre (una mujer trabajadora y sacrificada), había desperdiciado su capacidad, simplemente, por desidia, convirtiéndose en un vulgo, con una esposa igualmente vulgar y dos hijos que casi no le hablaban, de profesión fletero.
          Observó a su esposa que dormía a su lado y se incorporó, decidió vestirse para ir al kiosco de la avenida, a dos cuadras de distancia, que permanecía abierto las 24 Hs. En silencio salió a la calle y sintió alivio al recibir una suave brisa acompañada de embriagadores perfumes de jazmines y azares vecinos, el paisaje nocturno le resultó distante en sus recuerdos y una repentina nostalgia lo atrapó. Recordó cuando en su adolescencia se reunía con sus amigos noctámbulos en la esquina, extrañó su ser, como experimentaba la vida en aquellos tiempos, su mente sedienta de saber, su cuerpo de conocer, con una curiosidad alegre e ingenua, expectante y ansiosa. El tiempo había cambiado radicalmente su ser, hoy solo deseaba los placeres triviales, no lo apasionaba el esoterismo de la vida y tampoco sentía emoción ante la sorpresa, que casi nunca lo tocaba. Se había convertido en un ser gris y aburrido, sin preguntarse donde quedó el otro Pedro, sin saber cuando se transformo o el por qué, respiro profundo y sintió tristeza.
          Comenzó su recorrido al kiosco tratando de olvidar todo, pensando solo en su deseo de fumar y lo inoportuno de quedarse sin cigarrillos a esa hora. Al llegar al kiosco lo atendió un hombre mayor, cuando le pidió los cigarrillos, este le dijo con tono severo y paternal, “no sabes el daño que te causas”, Pedro lo miró perplejo, tomo los cigarrillos y apresuró su regreso. Noto de pronto algo diferente, la luz era menos potente y todo alrededor parecía haber variado, una ligera transformación que no podía detectar, hasta que se detuvo bruscamente en una vereda, miro la casa y su asombro lo atemorizó, donde suponía debía haber un moderno chalet, se encontró una vieja casa de madera. Si bien Pedro no le prestaba mucha atención al barrio, porque salía temprano con su camioneta para volver al atardecer y encerrarse en su casa, sabía que esa vieja casa fue demolida para construir el chalet, su desconcierto aumentó cuando comprobó que todas las casas vecinas eran distintas, en realidad eran como el las recordaba, treinta años atrás. Esto lo confundió tanto que comenzó a girar tratando de ver todo a su alrededor, pero el escenario era el pasado. Quiso regresar rápido a su casa, su mente no podía resolver su confusión, pero al llegar a la esquina, la visión que tuvo convirtió su temor en terror y su confusión en absoluta locura. Petrificado observa a un grupo de jóvenes adolescentes, eran sus amigos tal como los recordaba, sentados en la vereda; kike, el tano, el negro y Roberto (este había fallecido). El negro lo observa y lo llama con la mano, Pedro se acerca con paso inseguro para detenerse solo a un metro, escucha al negro que le dice: “¿dónde te metiste?, te estamos esperando, ¿recién te levantas de dormir?”, Pedro no puede responder y los saluda a todos con la mano en el aire sin decir una palabra. Kike lo mira y pregunta: “¿te pasa algo loco?, mira que mañana vamos de mi tía, no me dejes colgado”. Pedro recordó que en aquella visita, conoció a su esposa que era amiga de la prima de kike”, dudo un instante y dijo: “no creo que pueda ir y perdónenme pero tengo algo importante que hacer”, sin otra explicación salió corriendo pero esta vez en dirección a su antigua casa, donde había vivido con su madre y hermano mayor.
          Al llegar a la entrada estaba agitado y tembloroso giró el picaporte de la puerta de acceso (era normal el aquellos tiempos y sobre todo en el barrio, no cerrar con llave, no era necesario), todo estaba oscuro pero Pedro recordaba cada centímetro de aquella casa, más decidido se dirigió al cuarto de su madre y golpeó suavemente la puerta. Todavía no comprendía lo que le estaba pasando, pero un fuerte deseo lo obligaba a continuar, ya que su madre había fallecido hacía muchos años. Sus tribulaciones desaparecieron al oír esa tan ansiada voz decir:

–¿Si, que pasa?.
–Soy yo mamá.
–Pedrito, hijo. entrá, ¿Qué quieres?–entró y la luz del velador lo encegueció un instante, cuando pudo adaptarse casi llora al ver a su madre.
–Mamá sos vos, como pude ser, yo soy grande, tengo una familia, no pueden treinta años de mi vida ser un sueño, esto es un sueño.
–Pedrito ¿Qué decís, estuviste tomando algo o peor aún, con tus amigos?
–No mamá, perdóname y dormí tranquila.

          Salió del cuarto y se dirigió al que compartiera con su hermano, al entrar comprobó que no se encontraba y fue directo al espejo de cuerpo entero que había contra la pared, la imagen que reflejaba era la de sus 14 años, se acercó hasta tocarlo con su frente, con sus manos se acarició el rostro y mirando el techo dijo: “gracias, no se a quién pero gracias”. Estuvo desvelado toda la noche, temía dormir y despertar distinto, los recuerdos de su vida adulta eran cada vez más borrosos, preparó un bolso con algo de ropa y sus cañas de pescar, esperó el alba.
          En la mañana temprana, Pedro escucha a su madre levantarse y dirigirse a la cocina, va a su encuentro y la ve preparar el mate, cuando esta lo ve, dice:

–Que sorpresa hijo, ¿Qué haces levantado tan temprano?
–Es que me voy a visitar al tío y preparé las cañas porque seguro querrá ir a pescar.
–Me parece bárbaro, sabes cuanto te quiere.
–Si mamá, lo sé, el domingo por la tarde regreso.
–Bueno, ¿querés desayunar?
–Si por favor, otra cosa, el lunes temprano iré a buscar trabajo y a la tarde a inscribirme en el nocturno para terminar el colegio, luego veré que seguir.
–Pero hijo, ¿Qué ha pasado para tan repentinos e importantes cambios?
–Nada mamá, es solo que descubrí lo que no quiero ser cuando sea grande.

          En su cuarto quedó intacto el atado de cigarrillos.


2008


                                         

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