Cuento " El jardín "


Roberto buscaba alquilar un departamento de 2 ambientes, pero aquella casa que le ofrecía la inmobiliaria, le resulto interesante. Era vieja, con habitaciones seguidas, tres en total y con salida a una galería que originalmente era abierta, con la cocina y el baño separados, pero un cerramiento de aluminio y policarbonato, los había incorporado a un gran ambiente, una especie de living-comedor-patio de invierno, era algo extraño, pero agradable, se unían todos los ambientes sin perder luminosidad. El costo del alquiler era realmente bajo, la ubicación buena, el barrio era bonito, con buen acceso y cerca del centro comercial; todo esto sumado a la privacidad que ofrece una vivienda única, convenció a Roberto a realizar la contratación, antes de conocer el fondo de la vivienda, cuando el agente inmobiliario lo invita a verlo, quedó fascinado. 
Un parque de aproximados 50 m² de espléndidas plantas, verdes y brillantes, era la frutilla del postre, por lo Roberto le pidió al agente ir de inmediato a la inmobiliaria a efectuar el contrato. Roberto tenía 45 años y se había separado de su esposa, con quien tenía dos hijos, hacía seis meses. La separación no fue de la mejor manera, por lo que Roberto había vivido los meses anteriores en la casa de su hermano, hasta poder acomodarse a su nueva situación, si bien tenía cierta tranquilidad económica, debida a rentas de varios negocios en sociedad, mantenía un estilo de vida austero, sin estridencias ni lujos superfluos. 
Le costaba adaptarse a su soledad y una casa grande le parecía inapropiada, ya que no la necesitaba, pero aquella casa y su jardín le gustó lo suficiente para cambiar de idea, ocuparía un cuarto como dormitorio y después vería como aprovechar los otros dos. Al fin se concretó el contrato y con llave en mano, Roberto quiso habitar de inmediato su nueva casa, solo necesitaba sus ropas, ya que la casa estaba amueblada, por lo que paso a buscar sus valijas a lo de su hermano y se instaló antes del anochecer. En el trayecto compro comida rápida para cenar, luego vio algo de televisión, armo la cama y se acostó, estaba ansioso con la llegada del nuevo día, quería terminar de conocer la casa y el jardín. La luz penetró en el dormitorio con el alba, Roberto había dejado la puerta abierta, de casi tres metros de altura, por lo que los primeros rayos de sol invadieron su cuarto, deslizándose sobre la cama hasta llegar a su rostro, es lo despertó y recién entonces comprendió que no tenía provisiones y que nadie le prepararía el desayuno. Era temprano para ir de compras, pero igual se levantó y comenzó su inspección con la cocina, hizo mentalmente un ligero inventario y comprobó que poco debía comprar, un mate, bombilla y termo, solo eso le faltaba por el momento. Continuo con el baño, luego los cuartos libres y por último, deliberadamente, el jardín. 
En la mañana parecía más espléndido, los rayos de sol rebotaban en las brillantes hojas y producían reflejos multicolores, creando una imagen hermosa y cautivadora. Estuvo unos minutos simplemente observando, maravillado de un orden y disposición de las plantas que parecían dar la bienvenida, pero la sensación de hambre lo volvió a la realidad y decidió ir de compras, ya que el tiempo había pasado velozmente y los negocios ya estaban abiertos. Cuando regreso de sus compras preparo su desayuno, ni bien lo termino se dirigió de nuevo al jardín, quería recorrerlo minuciosamente. 
Observo cada planta y verificó que estaban en óptimas condiciones, no padecían ninguna enfermedad o parásitos y no estaban dañadas por insectos, esto era curioso, pues se suponía que hacía algún tiempo nadie se ocupaba de su cuidado. Solo un detalle no le agradaba de ese jardín, al margen de lo inquietante de su perfección, un enano de jardín, que a pesar de estar ubicado en el centro lo había ignorado, porque no le agradaban esas figuras, le parecían grotescas y de mal gusto, con su expresión de duende triste y cansado. 
Los días transcurrieron y Roberto pasaba cada vez más tiempo en el jardín, se ocupaba en tareas como limpiar cada hoja con una gasa húmeda, aplicar nutrientes al suelo, vaporizar con agua fresca a las plantas con la ida del sol, ponía música clásica y hasta charlaba con ellas. Ese jardín comenzaba a ser una obsesión, le dedicaba todo su tiempo y atención. Pasadas varias semanas, el jardín era lo único que le importaba, descuidaba su higiene personal y aspecto, hasta su alimentación dejo de preocuparlo, su único interés era el jardín, no tenía vida social, había olvidado a su familia, sus amigos y parientes. Su obsesión tendía a un comportamiento enfermizo y el descuido al que se sometía comenzó a resentir su salud, estaba débil por la escasa alimentación y agotado por casi no dormir, todo para atender el jardín, cada día que pasaba era igual al anterior y a pesar de cansancio, no modificaba su comportamiento absurdo. 
El hermano de Roberto dejo pasar un tiempo sin comunicarse intencionalmente, creía que Roberto debía acomodar su vida sin interferencias, pero habían pasado tres meses, por lo que decidió visitarlo, para asegurarse que estuviera bien. Al legar a la casa no fue recibido por nadie, a pesar de su insistencia, llamo al celular de Roberto y no contestaba, pero escucho el timbre del teléfono en el interior de la casa, esto lo preocupó por lo que dirigió a la inmobiliaria, que le había alquilado la propiedad a Roberto, para solicitar unas llaves para poder entrar. En principio se negaron a entregarle las copias que tenían, pero la fuerte insistencia convenció al agente, el mismo que le había mostrado la casa a Roberto, que lo acompañara. De retorno a la casa nada había cambiado, por lo que el agente abrió la puerta, ingresaron y comprobaron cierto abandono en todos los ambientes. Roberto no estaba en ningún lugar y cuando inspeccionaron el jardín, descubrieron que era lo único que se encontraba en perfectas condiciones, espléndido, maravilloso, a pesar de las grotescas figuras de dos enanos de jardín, de aspecto triste y cansado, que adornaban el centro del mismo.
 
2011                            

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