Cuento " El pacto "






Javier tiene 50 años, esta en una esquina esperando un colectivo que lo lleve a su casa, 40 cuadras aproximadamente, es la hora 18 y el sol se oculta. El barrio tiene poco movimiento, durante su espera solo pasaron unos pocos autos con gente que vuelve del trabajo, 15 minutos y ningún colectivo, esto lo inquieta porque tiene $ 500 que acaba de cobrar por la finalización de un trabajo de pintura en una casa del barrio y si bien no es un dineral, es lo único que tiene para vivir hasta que surja otro trabajo.
Javier es pintor, electricista, plomero, albañil o jardinero, hace cualquier trabajo que se presente, es hábil, honesto y barato, por lo que sus clientes lo recomiendan, pero en tiempos difíciles como los actuales el trabajo igualmente escasea. No tiene agendado ningún futuro trabajo y la espera del mismo cada vez es mayor, hay semanas que no surge nada y esto lo angustia. Su vida es miserable, esta solo, la pobreza lo ha separado de su mujer y dos hijos, en su desesperación se envicio con el juego, un bingo a 20 cuadras de su casa, le sacaba el poco dinero que ganaba, la fantasía de salvarse lo termino por arruinar por completo, porque como cita el refrán " el que juega por necesidad, pierde por obligación " y el no era la excepción. Cientos de veces llego a su casa sin un peso, destruido por buscar la solución mágica lo había perdido todo; familia, parientes y amigos, solo uno le quedaba, quien mas por conveniencia que otra cosa, le había prestado una precaria casa, que tenia abandonada, para que tuviera donde vivir.
Cuantas noches había caminado esas 20 cuadras por no tener una moneda, del bingo a su casa, y en el trayecto llorar y maldecir su mala suerte, insultar a Dios por no ayudarlo y enfurecido pedirle al diablo hacer un pacto, le ofrecía su alma a cambio de diez años de abundancia y felicidad sin trampas. Vivía deprimido y cada noche que realizaba su triste recorrido, repetía su oferta, cada vez con más fervor. Esta noche no seria muy distinta, ya que su plan es guardar algo de dinero para comer unos días y jugar el resto, se jura a si mismo no perderlo todo, esta cansado de pasar hambre por su descontrol, pero el final es incierto.
De pronto lo rodean dos jóvenes, no los vio acercarse, con pistola en mano uno le apunta al estomago al tiempo que dice: "quedate quieto o sos boleta", el otro lo palpo como lo hace un policía a un sospechoso, le introdujo su mano en los bolsillos y sustrajo los $ 500 mas el poco cambio y monedas que tenia Javier, todo duro solo segundos y huyeron corriendo. La primera intención de Javier fue seguirlos, pero dio unos pasos y se detuvo, ¿que podía hacer?, se dejo caer de rodillas y con ambas manos se tomo la cabeza, cerro los ojos y maldijo su suerte, insulto a Dios y repitió su oferta al diablo. El sonido del motor de un colectivo lo volvió a la realidad, se puso de pie y con el brazo extendido lo detuvo, quiso explicarle al chofer lo que le acababa de suceder, pero este cerró la puerta y se marcho.
Era casi de noche, las pocas luces de la calle encendieron y Javier comenzó a caminar, luego de una hora llego a su casa, entro y se tiro en la cama, le dolía el estómago por los nervios y el hambre, quiso dormir pero no pudo, su mente no podía descansar, todo lo que pensaba lo atormentaba; su vida, su pasado, sus errores, su destino; todo le dolía, lo amargaba, apretó los dientes y lloró. Luego de un largo rato trató de calmarse, se incorporó y fue a la cocina, busco algo que comer, pero solo encontró un pedazo de pan duro que con dificultad masticó, pensó y pensó que podía hacer, hasta que se decidió, aunque no le gustaba mucho la idea, ir a ver a Juan que vivía a 15 cuadras. Juan era el amigo que le presto la casa, este se dedicaba a al construcción de dúplex para alquiler y había comprado el terreno, donde estaba Javier, para ese fin, pero como las cosas no andaban del todo bien, había suspendido el proyecto y temiendo que le intrusaran el terreno, ya que la casa carecía de valor, aprovechó la situación de Javier para tener un cuidador gratuito, cosa que Javier sabía, pero de todos modos estaba agradecido.
Alrededor de las 22 horas, Javier toco el portero eléctrico del chalet de Juan y fue atendido por este, Juan vivía solo con su esposa ya que su único hijo estaba radicado en EE.UU. por estudios.

- ¿Quien es?
- Yo Juan, Javier
- ¿que te pasa? estoy por cenar
- ¿Podes salir un minuto?
- Bueno, ya voy

Cinco minutos después sale Juan y Javier le cuenta lo acontecido, Juan sonríe

- ¿Fuiste al bingo y te secó, marmota?
- No Juan, te juro que no, si hubiese ido al bingo te lo diría, me robaron de verdad
- Bueno, pasa a cenar con nosotros.

Luego de una "cena" ligera, dos huevos duros y una cucharada de ensalada rusa, Juan se dio por satisfecho, su esposa Claudia termino de comer y se levanto, sin prestarle atención a Javier, fue al dormitorio. A Javier las tripas le hacían ruido, pero por vergüenza no pidió repetir.

- Bueno, ¿que piensas hacer
- No se Juan, estoy desesperado
- Bueno, no te preocupes

Metió su mano en el bolsillo y sacó un atado de billetes de todos los colores, separó $10 y se los dio a Javier al tiempo que se levantaba dirigiéndose a la puerta de salida.

- Esto es para que no estés sin un mango y cualquier cosa que necesites me llamás, cuando puedas me lo devuelves.

Se despidió, Javier salio a la calle, hacia frío y pensó: que cena, como le gusta la guita a Juan, ¿que habrá hecho con la cáscara de los huevos? y 10 mangos, cigarrillos, yerba y azúcar, espero me alcancen y pensar que tiene como 200 lucas en el banco, bueno son de él. Camino tranquilo hasta que imaginó que si lo volvían a robar, quizás le pegaran un tiro por tener solo $10 y Juan no había guardado el auto, no tendría ganas de manejar, estará cansado.
Llegó a la casucha y se acostó, le costo un tiempo dormirse, pensaba en lo estúpida y humillante que había sido su visita a Juan, al fin se durmió. Despertó en la mañana, alrededor de la 8 y esperó que abriera el kiosco-almacén de la esquina, para comprar lo planeado, luego calentó agua y preparó el mate amargo, no le alcanzo para azúcar, pava y media con dos cigarrillos y se sintió mejor, aunque su estómago le reclamaba al mas sólido se conformo y como estrategia para engañarlo, trató de dormir todo el tiempo posible. Su debilidad le hacia dormir mucho y cuando se despertaba, repetía la toma de mate con cigarrillos, así transcurrió el día sin que nada apareciera. La noche lo encontró aturdido, desganado y en estado famélico, su desesperación lo confundía y angustiaba cada vez mas, por momentos le pedía explicaciones a Dios, luego lo maldecía y terminaba, como siempre, invocando al diablo, repitiendo su oferta, hasta reducía sus pretensiones con tal de ser feliz aunque fuera por poco tiempo.
Avanzada la noche estaba descontrolado, por impulso agarró una cuchilla y la ocultó entre su ropa, salió a la calle, no sabía que iba a hacer, si intentar un robo o suicidarse, caminó sin dirección, soñaba despierto con una buena comida, un buen vino y como conseguirla, miraba el suelo con la pobre ilusión de encontrar algún dinero, luego comenzó a fantasear como podía robar a alguien, como someter a un distraído con su cuchilla y tener la suerte que su víctima tuviese buen dinero, como la tuvieron los asaltantes con él. En su trayecto se cruzó con un par de personas, pero no se animó al atraco, temía que podía pasar, que la situación se descontrolara y terminara en una tragedia, lo curioso es que no temía por el, su miedo mayor era producir un daño a su víctima, que esta lo obligara a una acción violenta en demasía. Javier no era un delincuente, solo estaba desesperado y casi enloquecido, sus pensamientos lo habían agobiado tanto que cuando se detuvo a descansar un poco, no sabía donde se encontraba, la calle no le era conocida, estaba más oscura que el resto, apoyado contra un frente respiró con fatiga y buscó donde sentarse. De pronto, entre la oscuridad se dibujó una silueta, parecía un hombre anciano que caminaba hacia él, Javier lo observó he intuyó cierto temor del anciano, quien hizo un movimiento con su mano, como ocultando algo o mejor dicho, como comprobando que en el bolsillo había lo que tenía que haber. Ya estaba a su alcance y Javier aun dudaba, hasta que al fin se decidió, sacó la cuchilla y se abalanzó sobre el anciano, le colocó su filosa hoja cerca del mentón y tembloroso le dijo: "deme lo que tiene", el anciano espantado introdujo su mano en el bolsillo y sacó un grueso fajo de billetes de mayor valor, al ver esto Javier se éxito y quiso acelerar el trámite diciéndole: "deme eso rápido", el anciano le suplicó diciendo: "es todo lo que tengo, por favor no me lo saque", Javier insistió sin prestar atención a su ruego, cuando el anciano comenzó a gritar por auxilio, su vos era potente y sonaba fortísima en el silencio de la noche, Javier se asustó, le pidió que se callara, pero el anciano gritaba cada vez más fuerte, los gritos lo alteraron, no sabía que hacer, miraba en todas direcciones para saber si alguien escuchaba,"cállese" le gritó al anciano sin mirarlo y de golpe el silencio, gira y lo ve con el dinero en una mano y la otra tomándose el cuello, los ojos desorbitados y la sangre que brotaba entre sus dedos desde la garganta. La hoja de la cuchilla estaba ensangrentada y el anciano se desplomó, Javier quedó petrificado, no tenía consciencia de lo que había sucedido, cuando pudo gobernar su cuerpo echó a correr, a los treinta metros se detuvo, miró la cuchilla en su mano y la arrojó, giró hacia el anciano, la figura era apenas visible y pensó en medio de su terror que no podía ser en vano y volvió, nada se movía, se acerco al anciano y quiso tomar el dinero que sujetaba, tuvo que usar sus dos manos para sacárselo. Estaba de rodillas cuando el anciano abrió sus ojos malignos, intimidadores y sin mover los labios pronunció:" ya no necesito un pacto", el terror se apoderó de Javier y huyó con el dinero en su mano, corrió varias cuadras girando en ambas direcciones, solo quería alejarse y corrió hasta no poder más, pero no se detuvo, siguió caminando rápido hasta encontrar el camino a la casucha. En el trayecto pensó que si lo que suponía era tal cual, no había matado a nadie y esto algo lo calmó y al observar el dinero, mucho mas de lo que había imaginado, tuvo una sensación de placer, pensó lo que podía hacer con el y se sintió feliz.
Llegó a la casa agotado, no tenía fuerza para ir a otro lado y decidió acostarse un rato para después ver donde ir a comer, porque tenía mucha hambre pero su cansancio era mayor.
A la mañana siguiente Juan estaba intranquilo, pensó en Javier y resolvió ir a ver como estaba, no le agradaba la idea de tal vez tener que darle otros $10, pero su curiosidad fue mas fuerte que su avaricia. Al llegar estacionó su auto en la vereda, golpeó la puerta de la casucha y no tuvo respuesta, giró el picaporte sorprendiéndose que estuviera sin llave, entro llamándolo a Javier, pero nadie contesto, espío en la cocina y fue al dormitorio, Javier estaba acostado en posición fetal, con sus manos en el pecho sujetando algo. Al tocarlo para sacudirlo, intentando despertarlo, sintió el frío de la muerte y no necesito más, quiso ver que sostenía contra el pecho, era un paquete envuelto en papel, lo abrió y descubrió el dinero que instantáneamente se guardó, en el papel había una frase: "Dios es distraído, pero yo no". Con su celular llamo al 911.
2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario